Julio César Paredes Juárez.
Ciudad de México, México (30/10/13)
Nuestro narrador, sin nombre, se encuentra en un tren, en su vagón hay gran variedad de personas: una mujer fea, su acompañante, un abogado y un hombre de precario aspecto, actitud solitaria y con pocos deseos de socializar, entre otros. Este hombre es quien será el protagonista de una sórdida historia, una historia llena de pasión, de celos, de arrebatos, de amor y de mucho dolor, su nombre es Pozdnyshev.
Tolstoi nos narra una historia rica en temas y sentimientos a través de estos dos personajes. Podsnyshev contará su historia, a través de su voz conoceremos los detalles de ella y los pormenores de un amor que habiendo iniciado con sueños e ilusiones poco a poco se irá hundiendo en las lagunas de la inseguridad, de los celos y la locura; nuestro narrador será el vehículo por el cual conoceremos la tragedia de Podznishev, será su interlocutor y su único confidente. Con gran talento Tolstoi hará uso de este narrador para adentrarnos en los sucesos que llevaron a su compañero de viaje al triste y doloroso estado en que se encuentra.
Podznishev es un hombre que intenta romper con los tabúes que existen alrededor del amor y del matrimonio. En una sociedad donde el matrimonio es una institución que sirve para la procreación y asegurar la posición social, él se conduce con otra mentalidad, deseando que el amor y la unión con otra persona no sean únicamente eso, sino un vínculo sincero entre dos, donde la felicidad se hallé en el compañerismo y el sostén de la otra persona. Bajo estas premisas y renunciando a la vida de libertinaje, que llevan todos su conocidos, Podznishev inicia una relación, se enamora completamente y conoce las mieles del amor.
Sin embargo, el hombre que el narrador halla en el vagón no es un hombre enamorado, al contrario, es un hombre dolido, un hombre que ahora maldice el amor, habla de sus incongruencias, de sus males, desmiente y maldice la institución matrimonial, con gran furia describe a las mujeres y sus deseos, su posición social y su posición ante el amor. El Poznishev del vagón no cree más en el matrimonio y en el amor, lo único que hay en su cabeza son todos los argumentos que puedan desacreditar toda sinceridad y felicidad que pueda haber en ese concepto llamado amor, en ese lugar llamado matrimonio.
Durante la primer parte del libro Tolstoi nos hace una gran argumentación acerca de las instituciones, acerca de ¿qué es la mujer?, ¿qué es el amor?, ¿qué ganancia puede haber en una relación entre un hombre y una mujer?, ¿qué tanto hemos permitido que la mujer se adueñe de nosotros?, ¿qué tan débil es la mujer en realidad?, ¿Cuál es el valor del matrimonio? Por la boca de Podznichev, Tolstoi desarrolla un discurso filosófico y social acerca de estos conceptos, presenta sus verdades y su postura ante temas que, aún hoy en día, causan polémica.
La historia de Podznishev continúa con su matrimonio y los cambios que trae con él esta nueva relación. Las discusiones aumentan, los desagrados se intensifican, la distancia entre marido y mujer crece, ya sea por las constantes demandas de la esposa al marido, ya sea por el deseo de soledad por parte de él, las peleas incrementan y la felicidad se va alejando. Los hijos son en un principio los que mantienen el orden en la casa, es en la reproducción donde Podznishev encuentra un modo de mantener a su esposa en orden. El cuidado de los hijos y la maternidad son el velo que usa para ocultar su ser seductor y apaciguar su deseo por otras cosas.
¡Pero oh pobre de Podznishev! Su plan y su medio de contención se vienen abajo cuando los médicos le prohíben a su esposa el acto de la reproducción, ya no tiene medio alguno para contener toda la sensualidad y sexualidad de su mujer. Con esta pérdida su mujer está en libertad de vivir otro tipo de vida, de dedicarse a ella y su arreglo personal, es con esta pérdida que surge el mayor tormento de él, porque es sin esa pequeña jaula y la llegada del joven, viril y habilidoso violinista Trujachevski que la vida de Podznichev llega a tocar la completa desgracia.
Es aquí donde la Sonata para Violín N°9, la Sonata a Kreutze, de Beethoveen, comienza a sonar en la cabeza de Podznichev; el acompañamiento del violín y del piano hacen que su historia se acelere, el trepidante sonido del violín arrastra a Podznishev a los celos y la angustia. El violín, con notas rápidas y sonoras, en manos de Trujachevski es acompañado por las delicadas notas, en el piano, de la esposa de Podznichev. Tocan juntos, se acompañan, van uno a lado de otro, por momentos se persiguen, se alcanzan y continuan. La sonata invade el pensamiento de Podznichev, los celos lo enloquecen y no los puede detener, incrementan y por fin estallan, de manera tan intempestiva como el final que Tolstoi le da a esta historia.