domingo, 7 de junio de 2020

Hitori Kakurenbo (2da parte)

            La siguiente parte en realidad esta muy relacionada con la primera, ya que el efecto psicológico de este juego comienza a sembrarse desde la misma preparación de los materiales y del “ritual”.

Como mencione con anterioridad los elementos paranoides son prevalentes en todo el proceso, el simple acto de introducir algo nuestro, en este caso cabello, uñas o sangre, ejercen el efecto de establecer una lazo íntimo con el muñeco, siendo a nivel inconsciente que el muñeco es una extensión o copia de uno mismo.

Hay quienes sostienen que bajo la teoría jungiana lo que se proyecta en el muñeco es la sombra, esta en términos sencillos, es la parte de nuestra personalidad que podemos considerar como nuestra parte oscura o negativa, los impulsos agresivos y voraces de la estructura psíquica que están presentes en todos nosotros.

Bajo la visión de la teoría bioniana podemos hablar de una escisión de la estructura psíquica, estos elementos escindidos son expulsados del aparato psíquico por medio de la identificación proyectiva, en menos términos técnicos, la mente separa los elementos que le son difíciles de comprender o digerir y se depositan en el mundo externo esperando que aquello en lo cual o en quien se depositan estos elementos puedan hacerse cargo de ellos por uno, en este caso en específico esta división al ponerse en el muñeco se tornan tan desconocidos que se convierte en un objeto bizarro, algo que nos es angustiante debido a la fuerza de estos impulsos y se viven como algo completamente extraño y desconocido para nosotros.

Puesto de esta manera podríamos decir que la preparación del ritual activa de manera intensa la parte psicótica de la personalidad. Aquí es necesario aclarar que todos nosotros tenemos una parte neurótica y una parte psicótica, dependiendo de la prevalencia o fuerza de cada una es el cómo vivenciaremos el mundo, la mayoría de nosotros funcionamos dentro de la parte neurótica de la personalidad y nuestro juicio de realidad y los mecanismos de defensa que utilizamos nos permiten una mejor relación tanto con nuestro mundo interno como con el mundo externo.

Sin embargo, bajo ciertas condiciones la parte psicótica de la personalidad se puede ver alimentada y algunos procesos verse alterados, esto es lo que sucede cuando se llevan a cabo este tipo de rituales o incluso cuando vemos una película de terror.

Debido a las características de este juego y siguiendo con la línea de la identificación proyectiva también podemos apoyarnos en otro psicoanalista de apellido Meltzer. Este autor hace énfasis en las características evacuativas de la identificación proyectiva e introduce un concepto muy interesante llamado el claustro.

Para Meltzer el cuerpo de la madre es el deposito de todas las identificaciones proyectivas que realizan los infantes y dependiendo de en qué parte del cuerpo se realicen esta tarea son los matices que tomaran los elementos psíquicos. Cuando las identificaciones proyectivas tienden a realizarse al compartimiento anal del cuerpo materno estos elementos depositados comienzan a tomar formas mas agresivas o destructivas, todo aquello que es depositado aquí puede llegar a convertirse en un objeto persecutorio o un objeto frágil y en peligro constante de ser destruido (para mayor información pueden revisar “Los estados sexuales de la mente” de Meltzer, es un libro muy interesante aunque algo difícil de entender a la primera debido a que para Meltzer el mundo externo es de poca importancia y es la vida interna, la vida psíquica la que permea todo y el mundo interno tiene representaciones psíquicas que son difíciles de simbolizar dando como resultado imágenes increíbles)

Si ponemos atención este ritual del Hitori Kakurenbo puede explicarse tanto de la teoría kleiniana, meltzeriana o bioniana, en realidad utilizar las tres nos proporciona un panorama mucho más amplio.

Si la preparación del ritual enerva la parte psicótica de la personalidad no sería extraño que se presentara el fenómeno de la alucinosis, el cual consiste en el esfuerzo del aparato psíquico para complementar por medio de la información del mundo externo las fantasías (en este caso objetos bizarros) y así obtener dominio sobre ellos. Las experiencias en las cuales las personas reportan escuchar pasos, ruidos y otros sonidos son producto de la alucinosis, la mente esta tratando de lidiar y resolver las angustias despertadas por el ritual.

El uso de la televisión en ruido blanco cobra completo sentido de esta manera, el ruido blanco es eso, un ruido, no tiene sentido, no tiene información, sólo existe y al no tener un contenido específico se torna en alimento para el efecto de la alucionsis. ¿Por qué llamarlo alucinosis y no alucinación? La línea puede ser muy delgada en este sentido, pero partamos del hecho de que la alucinosis es un intento de comprensión del material inconsciente, mientras que la alucinación es un intento de expulsión del material psíquico, así que aunque el producto sea parecido el proceso y fin de este fenómeno es diferente.

Retomando el tema de la identificación proyectiva, la vivencia psíquica y el claustro, cuando el ritual te solicita esconderte lo primero que viene a la mente es encerrarte en un cuarto, en un closet, en alguna habitación en la cual podamos observar la puerta de acceso, es un intento de retornar al cuerpo materno, a un lugar seguro como podría ser el útero, sin embargo hay que recordar que el fenómeno del claustro esta en acción, así que esa habitación en la cual uno se encierra posee las cualidades de este, no nos sentimos seguros, más bien somos elementos en peligro a la espera del daño y la destrucción, justo como se manejan los elementos psíquicos proyectados en el compartimiento anal.

La finalización del ritual no tiene mucho misterio, ya que consiste en dominar los elementos agresivos evacuados en el muñeco y “destruirlos”, lo que puede llegar a suceder posterior al juego tiene mucho que ver con la estructura psíquica de cada uno de nosotros, si nuestra parte neurótica puede tomar las riendas entonces el quemar al muñeco será equiparable a la reducción de los objetos bizarros a partículas digeribles para nuestra mente y ahí quedará el asunto; pero si la parte psicótica sigue siendo la dominante entonces quemar al muñeco entrara en la lógica del ataque y retaliación de los objetos atacados, así que aunque quememos al muñeco la fantasía persecutoria persistirá y la angustia pertinente a ella la seguiremos sintiendo.

Espero les haya parecido entretenida este entrada.