sábado, 18 de octubre de 2014

Analizando aprendizajes


Aprender es un proceso que llevamos a cabo a lo largo de nuestras vidas y pareciera que lo hacemos de una manera muy natural. Aprendemos a andar en bicicleta, a leer, a hablar, a andar en transporte público, a relacionarnos con las personas, incluso podemos decir que aprendemos a ver y a escuchar, sin embargo, aunque parece que es algo muy natural existen ciertas condiciones que nos permiten llevar a cabo este aprendizaje y que éste mismo sea valioso. Una de estas condiciones, que entre otras incluyen el desarrollo físico y mental del individuo, es la experiencia.
            No hay un aprendizaje que pueda llevarse a cabo sin experimentar, o en otras palabras, sin vivenciar el concepto, procedimiento o tarea del cual deseamos hacernos. Ya lo dice un dicho popular: “nadie experimenta en cabeza ajena”, y al no poder tener esa experiencia de primera mano, lo que obtenemos es sólo un pequeño acercamiento a aquello que deseamos integrar en nuestra conducta o pensamiento, se vuelve simplemente un mensaje que se queda grabado en la memoria, pero que no tiene un punto de anclaje en el individuo, por decirlo de otra manera algo que se enseña sin proporcionar la condición de la experiencia deja al sujeto como un barco a la deriva, sin la posibilidad de echar ancla fijándose en un sitio quedando a merced de los vientos y mareas.
            La condición de la experiencia en este sentido dificulta el proceso de enseñanza-aprendizaje dentro del aula. ¿Cómo lograr que la persona experimente dentro del aula?, ¿cómo hacer para que el concepto no sea un mensaje vació y se torne en un aprendizaje? La respuesta a esta pregunta es algo complicada, pero como muchas cosas la complicación dependerá del enfoque o cristal que usemos para mirarlo. Partiendo del precepto de que somos una tabula rasa y que no hay precedentes en nosotros de aquello que se enseña entonces el aprendizaje de conceptos se torna algo que tendría que ponerse a prueba a posteriori, tendríamos que memorizar el concepto y después vivenciarlo, pero esa vivencia puede llegar al momento siguiente, al día, mes o incluso años posteriores y mientras el significado sería vacuo.
            Pero si depende del cristal con que se mire entonces podemos cambiar nuestro enfoque. Evitemos la idea de que somos una tabula rasa, pensemos que desde el momento en que poseemos un cuerpo ya estamos en la posición del vivenciar, experimentamos los cambios de temperatura, el sonido de los objetos y las personas que nos rodean, de las sensaciones que llegan a nuestro cuerpo, ya sean estas placenteras o dolorosas, es decir, desde el momento de nuestro nacimiento ya estamos creando un acervo de experiencias. Todas estas experiencias, podríamos decir, se encuentran ya archivadas, aunque con algo de desorden, no tienen algunas de ellas un concepto al cual asirse y gracias al cual logren el aprendizaje completo.
            Es en esta incógnita acerca del aprendizaje donde podemos recurrir a Jean Piaget quien nos señala que son las interacciones entre el sujeto y el objeto lo que da pie a que podamos aprender, pero que lo aprendido dependerá del desarrollo del individuo, que tan maduro sea y de acuerdo a esta madurez será el cómo logre aprehender el objeto, mas también influye el lugar, tiempo y cultura en la que nos encontremos. Son estas tres condiciones las que determinaran cómo y qué aprende una persona: cómo vive el objeto, que tan desarrollado se encuentra fisiológicamente y el lugar o sociedad en la cual se encuentra viviendo.
            Bajo estos preceptos se puede tratar de dar una respuesta a las preguntas antes planteadas. Si se desea que el individuo dentro del aula logré aprender “algo” entonces debemos valernos de las experiencias que ya haya tenido, reconocer cómo han sido sus interacciones anteriores con los objetos, cómo los tiene comprendidos y en qué etapa de su desarrollo se encuentra para encontrar el método que más le convenga para lograr el aprendizaje. Lograr que la persona relacione sus experiencias con el concepto y les dé un encuadre apropiado a su cultura es una forma de lograr nuestro objetivo; esto puede ser algo difícil y laborioso dentro del aula y que lamentablemente en nuestro sistema educativo tiene muchos obstáculos, los cuales por el momento no me detendré a nombrar.
            La aproximación que tiene Piaget respecto al aprendizaje no es ajena al psicoanálisis, simplemente cambiemos el aula por el espacio psicoanalítico, al escritorio por el diván y al educador por el analista. Ya en sus tiempos Sigmund Freud nos hacía mención de las series complementarias, que como Piaget, nos indicaban que el desarrollo del individuo y la conformación de su personalidad dependían de lo genético, aquello constitucional al sujeto, a las vivencias que haya tenido durante su crecimiento y al vivenciar de los retos actuales.
            Freud a lo largo de su obra indica que estos factores serán decisivos en la constitución de un individuo y entre sus investigaciones podemos encontrar ejemplos significativos que sirven para mostrar cuán cercanos son ambos autores en su concepción del aprendizaje y los errores que pueden hallarse en el proceso de aprender. Son las teorías sexuales infantiles que Freud halló en sus análisis los que tomaré para mostrar estas similitudes.
            De acuerdo a la teoría freudiana del desarrollo todo individuo pasa por distintas etapas en su crecimiento, etapas que se encontrarán regidas por una zona erógena en específico, éstas son la oral, anal, fálica, latencia y, por último, genital. La comprensión que tenga el sujeto del mundo estará marcada por la etapa en que se encuentre, ya que esta define la forma en que interactuamos con los objetos y los entendemos. Las teorías sexuales infantiles son las explicaciones que cada niño tiene de diversos temas, principalmente: la diferencia de sexos, el enigma del nacimiento y el significado de la relación sexual.
            Las teorías infantiles, dice Freud, son resultado de una aproximación inmadura del niño a temas que le causan incógnita, ante estas dudas buscará respuestas, pero estas respuestas tienen un resultado inexacto, ¿por qué inexacto? Porque el niño responderá a ellas de acuerdo a la etapa de desarrollo en que se encuentre, las soluciones que haya están definidas por el tipo de pensamiento particular de cada estadio y al ser una forma de acercarse y relacionarse con los objetos muy parcializada la totalidad de un fenómeno no se le muestra sino únicamente comprende parte de ella.
            Piaget señala que los errores de aprendizaje se deben a una aproximación y comprensión errónea o inadecuada al objeto de conocimiento, Freud observa que las teorías infantiles tienen resultados inexactos porque el niño al investigar el tema lo realiza con una madurez parcial que le da respuestas parciales, visto en perspectiva podemos ver ¡cuán cercanas son las concepciones de ambos autores!
            ¡Cuántas patologías llegan a la consulta porque las experiencias con los objetos han sido a veces mal interpretadas! ¡Cuántos malestares tiene una persona porque ha habido algún error en el proceso de asimilación-acomodación! Diría Piaget. Los malos acercamientos a los objetos, la experiencias confusas o difusas, las malas interpretaciones de las situaciones debido a nuestra propia inmadurez, es decir, diversos malos aprendizajes son los que nos llegan a la consulta, los pacientes tendidos en el diván nos narran experiencias que los han consternado, tribulado y que no fueron capaces de comprender por completo dejándolos con la incomodidad del síntoma como la mejor conclusión a la que pudieron haber llegado.
            Piaget y Freud nos hablan de la importancia de la experiencia y de los muchos aprendizajes inexactos que podemos tener y es en estas similitudes entre dos hombres que vivieron en tiempos distintos que se alzan preguntas que pueden ser obvias, equivocadas, fáciles o difíciles de acuerdo a cómo entendemos la situación analítica, pero podríamos preguntarnos: ¿el analista es un educador? ¿el analista re-educa a los pacientes? ¿son las posiciones de un educador y un analista distintas o simétricas? Las respuestas posiblemente puedan hallarse únicamente a partir de la experiencia.

lunes, 6 de enero de 2014

El abanico de seda (Reseña)



Julio César Paredes Juárez.
Ciudad de México, México (05/01/14)
            El quinto día del sexto mes del tercer año del reinado del emperador Daoguang, en el calendario romano se referiría al año 1853, es el día de nacimiento de Lirio Blanco, una mujer de ahora 80 años que en sus últimos días nos narra la historia de su vida. Una vida llena de sufrimiento, de peripecias, de encantos y desencantos, de dolor y audacia, pero más que nada una vida que compartió con la persona que más amaba y por la que más deseaba ser amada: su laotong (alma gemela) Flor de nieve.
Lirio Blanco crece en una sociedad regida por el varón, donde las reglas del confusionismo se siguen al pie de la letra y las tareas del hombre y la mujer se encuentran claramente definidas; donde todo se divide en el mundo exterior y el mundo interior, el mundo exterior que rigen los hombres y el mundo interior al que pertenecen las mujeres. También es un mundo donde el misticismo, la superstición y la ley se confabulan para mantener el orden y la prosperidad del pueblo chino.
Es en esta sociedad, en esta era, donde Lirio Blanco afrontará retos que si bien pueden ser peculiares y sumamente adversos para el lector, son propios de su mundo y su época, el impacto que se crea en la lectura proviene principalmente de un choque cultural y al ser cultural se habla por ende de tradiciones, ritos, religión, filosofía y valores. Los suplicios y pruebas a las que se enfrenta Lirio Blanco son extremos para nuestro pensamiento actual, pero naturales para ella que ha crecido en esos tiempos, de tal manera que el lector entra a un mundo donde todo lo que sería “lógico” y “común” se tiene que hacer a un lado para poder entender a nuestra protagonista.
Así el lector aguantará y sufrirá junto con Lirio Blanco la tradición del vendado de pies, los gritos, la agonía y la perseverancia de soportar la ruptura y soldado de los huesos de una niña de 7 años; afrontará con ella la posición humilde y silenciosa que debe adoptar una mujer siendo confinada a una habitación especialmente designada a su género no sólo durante la infancia sino por el resto de su vida; resentirá y soportará con ella la idea de un destino que ya está escrito para toda mujer china desde su nacimiento y sin posibilidad de alterarlo, pero al mismo tiempo gozará y se regocijará con los regalos que estas mismas tradiciones traen consigo: el nu-shu y su laotong.
El nu-shu, como escritura secreta propia de las mujeres usada para comunicar sus pensamientos, pasiones e historias sin que los hombres tengan restricción sobre ellas; y su laotong, una compañera elegida por medio de la adivinación que únicamente las más afortunadas lograrán encontrar y quien será una amiga de por vida, una persona que sabrá reconocerlas y conocerlas por completo, porque tal cual lo indica el término son almas que poseen cualidades parecidas, personalidades  sintónicas, necesidades similares. Ambas cosas se ven representadas en el abanico de seda que Lirio Blanco y Flor de Nieve utilizan para sellar su contrato y donde a lo largo de todas sus vidas escribirán sus alegrías y pesares esperando ser inseparables.
La historia nos lleva por toda la vida de estas mujeres, desde su primera infancia hasta sus años de recogimiento (la vejez y viudez). A través de todos estos años Lisa Lee nos narrará del ya mencionado vendado de pies, del proceso de elección de un esposo, de los funerales, del inicio de la vida matrimonial y sus ceremoniales, de la importancia del dar a luz hijos varones, de las revueltas que acabaron con muchas vidas, de la soledad y el dolor de ser mujer, de la comprensión, del abandono y el arrepentimiento que acometen a nuestra protagonista.
Todo esto sin olvidarse nunca que esta es la historia de dos mujeres que se juraron fidelidad y compañía, la historia no se desvía nunca de este tema y de su hilo conductor que es el lenguaje secreto, lenguaje que si bien permite comunicar muchas cosas también está abierto a la interpretación y por tanto a la confusión, una mala lectura de él puede llevar a grandes desaires, a situaciones incómodas y probablemente irremediables. Si bien los sentimientos de ambas mujeres pueden ser puros e intensos al ser el lazo entre ellas un lenguaje que no es preciso y está expuesto a la lectura subjetiva siempre hay cabida para la desgracia y el dolor que con lleva toda relación humana.
La estructura del texto permite el conocimiento a fondo de los personajes, la situación de Lirio Blanco y la relación con su madre es un perfecto ejemplo de esto. Basta con observar la interacción entre ambas para comprender la fijación que la protagonista tiene con su laotong, la búsqueda incansable por saciar ese amor nunca correspondido, entender la entrega y devoción que tiene a su compañera. El texto también tiene la cualidad causar shock en el lector cuando expone conductas que ahora serían totalmente reprochables, como sería la actitud tolerante de Flor de Nieve cuando es golpeada con fiereza por su marido.
Y es que no hay manera de no empatizar con los personajes, ya que aunque pertenecen a otra era y cultura siguen siendo seres humanos y por tanto sus sentimientos y deseos siguen en línea con los tiempos actuales. Lisa Lee hace un gran trabajo al mostrar a estas mujeres en su forma más humana posible, ellas no son súper mujeres, no son heroínas con cualidades extraordinarias, no son santas ni demonios, no son las protagonistas actuales que luchan y se levantan y se rebelan ante la sociedad, ¡no! Son simplemente dos mujeres chinas.
Así que aquel que lea este libro no debe esperar a una Lirio Blanco que se sobreponga a los hombres, no debe esperar a una Flor de Nieve, que aunque posea belleza e inteligencia, se una femme fatale capaz de conseguir lo que quiera. El lector que espere una historia de superación personal y del empoderamiento femenino quedará decepcionado, porque no importan las pruebas, las situaciones o las aventuras, al final esta es la historia de amor entre Lirio Blanco y su laotong.

Blibliografía.
See, Lisa (2010). El abanico de seda. España: Océano/Salamandra.