El cine de terror, los videojuegos, las animaciones y cuentos de terror, cada uno de ellos ha estado presente con mas o menos fuerza de acuerdo a la época en la que nos ubiquemos, en la actualidad la presencia de los tres primeros es amplia y fuerte, sin embargo lo que deja en claro este hecho es que el terror, el miedo es una sensación presente en el ser humano desde los inicios.
Antes que nada hagamos una pequeña diferencia entre susto, miedo y terror. El susto es la reacción normal que tenemos ante un hecho real que nos presenta un peligro que es tangible, un ejemplo de ello es cuando algo nos sorprende, cuando en las películas tenemos escenas de silencio profundo interrumpidas por un sonido inesperado, la reacción que obtenemos es el susto, la ruptura inesperada de la tensión, de la angustia. El susto es una reacción normal ante un hecho o peligro tangible, es algo que podríamos llamar "razonable", es decir, hay razón para vernos "asustados", sorprendidos.
Sin embargo el miedo es de otra naturaleza, ya que el miedo no necesita de una muestra real, no tiene una razón "tangible" para su existencia. El miedo surge de la idea, de la suposición, de la interpretación personal de cada sujeto respecto a una situación; con base en experiencias pasadas y los fantasmas de cada uno de nosotros construímos una situación de peligro, la mente se encarga de concentrar esos fantasmas y materializarlos en forma de un peligro aparente. Una calle solitaria, un cuarto silencioso, una oscuridad profunda son perfectos plantíos para alimentar la semilla del miedo, son abanicos impresionantes de posibilidades, de peligros probables. El miedo, es miedo a lo posible, a lo probable, al peligro por venir y en probabilidad de existir, peligro alimentado por experiencias propias y faltas que tengamos.
Por último el terror es la pérdida total de la realidad. Ya no estamos hablando en este caso de un hecho concreto, ya no hablamos de una posibilidad, sino de la inmersión en la misma posibilidad al punto de creerla real, en otras palabras hacemos de lo irreal algo real y permitimos que lo imaginario nos devore. El terror es la acción de sumergirse en lo irreal y permitir que nuestra mente caiga presa de nuestras imaginaciones, a diferencia del susto y del miedo donde el yo es capaz de diferenciar en cierto grado la fantasía y la realidad, en el terror esa barrera se ha diluído y la mente es víctima de sí misma.
Visto de esta manera podemos apreciar que el susto, el miedo y el terror, pertenecen cada uno de ellos a alguno de los territorios o planos de planteados por Lacan. El susto pertenece al plano de lo simbólico, dado que el susto posee su fuente en un hecho real y nos propone un peligro, es una interrumción de nuestros procesos normales con la intrusión de un elemento extraño, parecido a un lapsus. El miedo pertecene al terreno de lo imaginario, ya que la base de éste se encuentra en lo simbolico en los propios recuerdos, experiencias y fantasmas que estan presentes en cada unos de nosotros, nos remiten a la historia y la interpretación de ella; el terror tiene una naturaleza más crítica, más dramática, ya que pertenece al plano de lo real, de lo intangible, de lo inombrable, de la muerte; el terror nos habla de algo que no podemos controlar, de algo que nos amenaza constantemente y nos pone en peligro inminente de desaparecer en él.
Esta es justamente la base de las películas de terror, sumergir la mente del espectador en ese estado de incertidumbre y de un peligro, una situación incontrolable, incontenible, contra un poder que va más allá de uno mismo y que nos supera en todos nuestros sentidos y posibilidades. La construcción de la película de terror consiste en la presentación de algo que es amenazante, que nos acecha y no hay forma de escapar de ella, esta situación se prolonga hasta que la angustia llega a un punto máximo donde el espectador sólo espera una cosa: que todo termine, el terror orilla al individuo a desear el final, ya que la situación se vuelve intolerable y el fin de la película es un símil de la muerte, aquel que es víctima del terror, sólo espera el término de la situación, que todo acabe y que al acabar también se termine con él mismo.
Todo este planteamiento nos confronta con la realidad de la insistencia de la gente en la apreciación del famoso cine de terror. He aquí donde se pone el juego el goce, el placer de observar y sumergirse en una situación parecida; la película instiga la identificación con el personaje principal orillandonos a compartir ese terror, nos invita a sentir la misma desesperanza que vive el personaje y hacernos sentir igual de vulnerables e impotentes ante los sucesos que se hacen presentes.
El placer de la película de terror existe en la esperanza que nos ofrece de vencer lo invencible, la esperanza de saber que no somos totalmente impotentes ante la situación y que siempre habra una forma de superar el mal. Una película de terror que nos da un final donde la maldad no puede ser vencida deja cierto sinsabor y una angustia plantada en lo profundo de nosotros, la desaparición de esa esperanza puede causar diversas reacciones de acuerdo a la fortaleza psíquica de cada espectador. Nadie va a rechazar una película de terror con un final victorioso, pero si pueden rechazar una película con un final desesperanzador.
El susto y el miedo pertenecen a la neurosis, todo neurótico siente sustos y miedos, pero el terror es propio de la psicosis, donde el sujeto psicótico no tiene escapatoria de sus propias alucinaciones, el terror es la materialización y darle una identidad al Otro, ese Otro que es capaz de hacer con nosotros lo que él quiera y desee, sin que podamos resistirnos a sus mandatos y el guión que él tenga planeado para nosotros.